El nuevo código de Loquillo

Desafiante y chulo. Desde su aparición en la Barcelona postfranquista de finales de los años 70 hasta su desembarco en el Madrid embrujado de la movida en los inicios de los años 80. Ésas han sido las principales señas de identidad de José María Sanz. Loquillo para los amigos. Y para los enemigos. Tiene muchos de ambos.

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Una larga carrera profesional en la que se le ha visto en multitud de facetas: de perdonavidas bebiendo en los clásicos del rock, explorando su aspecto de crooner y hombre orquesta, como opositor al nacionalismo catalán excluyente, disidente de las radiofórmulas y la música prefabricada al estilo de Operación Triunfo y los 40 Principales desde principos de los 90 hasta la influencia de la poesía en su música. Pero siempre volviendo a sus orígenes. Siempre volviendo al rock y siendo un rocker.

Después de La nave de los locos y de El Creyente, Loquillo ha publicado hace una semana un nuevo disco llamado Código Rocker. Un disco en el que versiona 14 de sus temas más clásicos acompañado de la banda barcelonesa de rockabilly Nu Niles. Una visita a sus clásicos, y alguno prestado de los Sirex y The Clash, con el objetivo de actualizar su música y sonido y su propio personaje, Loquillo es uno de los mejores personajes de la música española, para tomar impulso en una nueva dirección. Un camaleón que recuerda, salvando las distancias estilísticas y musicales, y la estatura, a Madonna.

Loquillo no es un tipo que pase desapercibido. Y no solo por sus casi dos metros de estatura que le llevaron a jugar en las categorías inferiores del Real Madrid de baloncesto. Sus opiniones incendiarias y su actitud de no poner nunca la otra mejilla le garantizan un lugar propio en un país que se caracteriza por la mediocridad, en casi todos su niveles, y donde prima lo políticamente correcto. Su actitud ante ese ambiente es la de un disidente. Sin pelos en la lengua y con una canción a mano para reivindicarse a sí mismo.

Desde Rock and Roll Star a Quiero un camión pasando por Piratas, primer single de Código Rocker. Y con himnos como Cadillac Solitario que personas de distintas generaciones entonan en noches de fiesta. Loquillo es ante todo actitud. Y pose. Desde su altura nos mira a todos sabiendo lo que los demás solo intuimos. Y capaz de rodearse de colaboradores y amigos que elevan su música. Desde su formación clásica de los Trogloditas, con Sabino Méndez a los mandos sonoros y con Jordi Vila, Ricard Puigdomenech y Josep Simón como complementos ideales para los lideres del grupo, hasta su recorrido en solitario con personas como Gabriel Sopeña que expresan mejor que nada el abanico de posibilidades musicales y la exploración musical de Loquillo. Reivindicando ser un chaval de barrio que conoce como nadie los bajos fondos, el ideal rockero por excelencia, hasta ser capaz de vestirse de etiqueta para actuar en un teatro. Y siempre con una opinión en la boca. Seguramente a contracorriente de la opinión pública. Es lo que tiene la independencia.