Cada vez queda menos música de joaquín Sabina

No sabemos sí será la última vez aunque esta vez toda indica que será así. Joaquín Sabina se despide de las giras y de los escenarios, problemas y controversias con Hacienda mediante, de forma definitiva con su gira de 500 noches para una crisis como guiño al aniversario del que quizás sea su disco más recordado y el culmen de su obra, 19 dias y 500 noches del que se cumplen 15 años. Una cifra redonda que merecía la pena recordar después de varios años apartado de los escenarios. Ya fuera por la edad, por falta de ganas, por sus problemas de salud o por una mezcla de todos ellos. La cuestión es que al igual que a los toreros les cuesta cortarse la coleta, a Sabina, como buen amante de los toros, le cuesta despedirse de su público.

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Suele decir Sabina que ese albun fue el último de su juventud. Luego vino el ictus, el marichalazo como él lo llamó, y ya nada volvió a ser lo mismo. Tuvo que dejar el mundo y ambiente de los músicos, y sus drogas, y se relacionó más con otros mundos llevando una vida más tranquila. Cambiando la cerradura de su casa para que los diversos » amigos» que tenían llave no fueran a terminar, o empezar, la juerga en su casa. Después de ese emblemático disco, la capcidad compositora de Sabina no ha vuelto a ser la misma. La imagen de canalla la sigue teniendo y la actitud también. Pero ya parece más una pose de marketing que un modo de vida. Eso sí. La influencia sobre nuevas generaciones de músicos sigue intacta.

Esta semana ha ofrecido dos actuaciones más en Barcelona para tratar de mejorar su mala imagen de Madrid cuando en Diciembre abandonó el escenario aparentemente por una crisis de ansiedad o un ataque de pánico escénico haciendo honor a su fama diciendo que había sufrido un Pastora Soler. Ataviado con su clásico bombín negro, con multitud de réplicas entre el público, fue desgranando los temas en un Palau Sant Jordi repleto. Y sentado. Algo poco habitual en conciertos en recintos deportivos.

Después de sus diversas colaboraciones con Serrat, discos y giras, además de su inseparable Pancho Varona, parecía como si Sabina se hubiera apartado del mundo musical. Por necesidad y quizás por hastío también. Pero no abandonaba la creación y plasmaba sus pensamientos en diversos escritos y dibujos presentados bajo el título de Muy Personal en formato de libro. Una especie de válvula de escape de una realidad que no le gusta, asqueado de España dice sentirse, y de la que quiere escapar. Algo que no podrá recriminarle casi nadie aunque tenga algunas ideas sobre la sociedad un poco anticuadas. Nada que ver con la modernidad y transgresión de muchas de sus letras.

Aunque su retirada estás más cerca que lejos, los discos y sus canciones siempre quedarán disponibles para ser escuchados. Desde sus inicios en La Mandrágora con Javier Krahe y Alberto Pérez hasta canciones convertidas en himnos como Pongamos que hablo de Madrid, Princesa y Pacto entre caballeros. Sí es país para melancólicos.

https://youtu.be/5XTn1e9f2do