Pharrell Williams y Robin Thicke condenados por plagio

El mundo de la música se parece mucho a una selva donde la supervivencia no está garantizada para nadie. Ni siquiera para los más grandes. Y en un mundo tan competitivo las mentiras y las rivalidades más enconadas están muy frecuentes. Desde que la música existe, sobre todo a partir de convertirse en un fenómeno global y un inmenso negocio, los plagios están a la orden del dia. No es el único ambito de la vida sometido a las copias, más o menos descaradas, pero con el auge de Internet y las nuevas tecnologías, es mucho más rápido detectar este tipo de trampas.

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Esta semana se ha conocido el fallo del Tribunal federal de Los Ángeles por el que se condena a los artistas Pharrell Williams, intérprete de la escuchada hasta la saciedad Happy, y Robin Thicke, el protagonista del famosos baile del twerking junto a Miley Cyrus, a pagar 7,3 millones de dólares a los descendientes del gran cantante Marvin Gaye al considerar probado que su éxito de 2013 Blurred Lines es un plagio de la canción de 1977 de Marvin Gaye titulada Got to give it up.

El parecido es innegable. Principalmente porque durante la promoción de la canción el propio Robin Thicke, que figura como autor de la canción, reconoció que la composición de Gaye había sido la inspiración directa de la canción. Luego, se ha escondido y desdicho de sus palabras proclamando que eso se decía para vender mejor la canción o que en esa época era alcohólico y dependiente de los tranquilizantes. Al final, se ha comportado como un cobarde al decir que él solo dio la idea y que la música y los ritmos los puso Williams. Básicamente, que el pasaba solo por allí entre copa y copa y que la culpa es de Williams. Escurrir el bulto y echarle la culpa a otro.

Como decíamos la canción fue un éxito en el año 2013 que le supuso unas ganancias a la pareja de 10 millones de dólares para ambos además de 5 millones para la compañía de discos, exonerada en la demanda. Un hit bailable que trata de recrear el estilo de la música bailable de los años 70. Antigüamente, un fallo de este tipo podría hundir la carrera y la reputación de cualquier músico. Pero vivimos en una época extraña. Solo tenemos que recordar dos casos fuera del mundo de la música y comprobar que lo que eran al principio grandes escándalos pueden transformarse en trampolines hacia el éxito. Paris Hilton y Kim Kardashian empezaron a ser conocidas a nivel mundial por la difusión de dos videos porno caseros con sus novios. De ahí, al estrellato.

Las acusaciones de plagio en la música no es algo nuevo. Existe una delgada línea roja entre plagio y simple inspiración. La diferencia es la honestidad. Reconocer que te has inspirado en una canción para hacer una nueva. No parece que sea algo que esté a la orden del día. Pero la historia se repite y se seguirá repitiendo. Pocos se escapan de ellos. Coldplay ha recibido acusaciones de copiar a artistas tan distintos como el gran guitarrista Joe Satriani y la lolita francesa Alizée. Los míticos The Doors tuvieron que pagar royalties a los Kinks por haber copiado un riff de guitarra del inicio su canción «All day and all the night». Pocos se salvan. Existe una larga lista de ejemplos.

No hay mejor prueba que escuchar ambas canciones para hacernos una idea clara de lenorme parecido entre laas dos canciones. La original de la leyenda del soul Marvin Gaye y la colaboración entre el drogata Robin Thicke y Pharrell Williams. Sea un plagio o no, lo mejor de Blurred Lines es su video clip y la aparición estelar de la modelo Emily Ratajkowski derrochando sensualidad y exhibiendo su escultural cuerpo. Eso sí que no pudieron plagiarlo de Marvin Gaye. Más que nada por que ella no había nacido todavía.

https://youtu.be/kdnyrnLXFhg